miércoles, 26 de marzo de 2008

Aquelarre la tentación. Dramatis personae

- Elvira de Luna (Marisa)

Nacida en Jaca, hija de los barones de Luna, su padre falleció hace dos años, lo que obligó a a su hermano Recaredo a regresar de la guerra contra los Genoveses y tomar posesión de su título. Actualmente es el jefe de la guardia del Conde de Jaca, Mguel Samper, y caballero hospitalario, como a su vez lo fué su padre. Siendo Elvira la mayor, su hermano Segismundo estudia para sacerdote en el monasterio de San Juan de la Peña.
Gracias a pertenecer a la baja nobleza, y a la tutela de su madre, ha podido disfrutar de una buena educación, debido también a su interés por la alquimia y el mundo mágico. Es una mujer muy habil y despierta, que se desenvuelve tan bien en una biblioteca como con una espada en la mano. Tiene unos aires de grandeza incluso superiores a su condición, lo cual no le ha impedido mantener sus amistades infantiles con plebeyos, e incluso partir con ellos por el camino jacobeo a visitar los restos del apostol Santiago.

- Jimena Montesa (Ana)
Segunda de cinco hermanos, huérfana de un sargento de la corona de Aragón, esta robusta joven consiguió sobreponerse a la pronta muerte de su padre y conseguir convertirse en alumna aventajada del médico del señor de Jaca. Buena conocedora de su profesión, sabe que está destinada a empresas importantes, por eso, my aprovechando una herencia recibida no hace mucho de un hermano de su madre, Obispo de Tarazona, le motivaron a partir hacia Santiago con su amiga Elvira.

- Asdrubal García (Javi)
Hijo mayor de una humilde familia de pastores, sus padres y su hermana pequeña fueron asesinados cuando contaba con 10 años en extrañas circunstancias, queriendo la suerte bendecirle por dos veces, la primera al no quiso que estuviera en casa en esos momentos, encontrándosela en llamas y con los cadáveres de su familia al volver de vender unas ovejas en Monzón, junto con la única pista que tiene de los asesinos, un guante con seis dedos tirado en el suelo, junto a las huellas de varios caballos, no más de cinco. La otra vez que Dios demostró que no era su voluntad que Asdrubal muriese ese día fue cuando puso a unos hermanos Franciscanos en su camino, quienes le recogieron y le criaron en su convento de Jaca, convirtiéndole en un hombre de provecho, y enseñándole las bases de la lectura y escritura. Actualmente es un hombre muy reservado, aunque un gran cazador y un arquero letal, pobre pero honrado que ha acompañado a Elvira y a Jimena en su camino con la esperanza de encontrar al asesino de sus padres. Por cierto, nadie sabe por qué, pero le aterrorizan los melones.

- Alvar Renieblas (Carlos).
Sargento de la guardia de Jaca y hombre de confianza de Recaredo de Luna. Violento e irascible, aunque temeroso de Dios, es un gran espadachín, ágil y de vista excelente. Víctima de una alopecia incipiente como su padre, quien también fue sargento de la guardia, pero ahora ya retirado, tiene dos bellas hermanas pequeñas, que tienen locos a la mayoría de jóvenes nobles e hidalgos de la ciudad, lo cual de momento le reporta amistades inesperadas de todo tipo de jóvenes varones, y bastantes quebraderos de cabeza para mantener la virtud de sus hermanitas.
Es un excelente jinete y tiene un don natural para la enseñanza.

- Ramiro “el bastardo” (Luis)
Almogávar experimentado en las guerras contra los Genoveses, ha regresado a Jaca tras haber sufrido graves heridas en la batalla naval de Pera (Febrero 1952).
Hijo bastardo de Don Miguel Galán, médico del señor de Jaca, y de una ramera desconocida que le abandonó, haciéndose cargo de el Don Miguel y criándolo junto con sus dos hermanastros. Ramiro nunca asumió su situación como “apegado” a una familia que no era totalmente la suya, de joven fue bastante independiente y buscavidas, lo que le llevó a unirse a los ejercitos de su majestad Pedro IV como tamobrilero primero y posteriormente como almogavar, lo cual le ha convertido en un hombre rocoso y un gran luchador, acostumbrado a los rigores del pirineo y del campo de batalla. Es alérgico a la miel.

1 comentario:

Gato Negro Inclusero dijo...

¿Yo era temeroso de dios?

Pues no me acordaba, habrá que traspasarle el temor de Dios a otros a punta de espada. Vive Dios